Durante la cursada destinamos nuestras producciones filosóficas a un lector exclusivo: el profesor de turno. Después de haber recibido un valor, ese trabajo sale enseguida del circuito de lectura. Como la medida de ese texto es una nota, de ese texto sólo se espera que un buen "rinde". En ese circuito cerrado, el texto jamás entra en relación con los demás textos que se produjeron en la clase. Así de estrechas, de precavidas son las condiciones actuales de publicidad de nuestra producción.
sdf
Pero, ¿por qué destinarle al profesor de turno la exclusividad del consumo de esos trabajos? ¿por qué aceptar que la nota sea su fecha de vencimiento? De esta manera, los textos que se producen, los problemas que allí se trabajaron, lo que allí se pensó, pierde la oportunidad de caer en los ojos de los demás compañeros.
sd
Este espacio nace de la sospecha de que estimamos imprescindible para nuestro aprendizaje lo que escribe el compañero que se sienta al lado. Nace de la sospecha de que un cambio en el modo de circulación de esos textos va a intervenir en su producción. Y si esa sospecha alberga alguna verdad, quizás este blog funcione.
sdf
1 comentario:
sea
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